Después de todos nos hemos puesto límites de velocidad en las ganas como si se pudiese dar un beso con las manos en la espalda. Nos lo hemos prohibido todo y que te prohíban algo es que te concedan el permiso para hacerlo a escondidas.
Somos rebeldes y un poco hijos de puta porque el mundo nos ha hecho así, de poetas y maleducados.