y entre un pulmón y otro pulmón
el corazón y los congojos,
todos en reunión.
Con tus orejas en las manos
voy enseñándole a Van Gogh
cómo mejora el resultado
cuando lo hacen dos
Siempre los cariñitos
me han parecido una mariconés
y ahora hablo contigo en diminutivos,
con nombres de pastel.
Y aunque intenté guardar la ropa
al mismo tiempo que nadar
me he resignado a ir en pelotas
mientras dure el mar
Yo, que de estas estampas
me limitaba a hacer colección
me hago un llavero con el fichero,
con una condición:
el día que tengas ojos rojos,
y me estornude la nariz
vamos a hacer lo que podamos
por cenar perdiz...
quédate en Madrid.
y fueron felices, cenando perdices.