Cualquier mañana

Esa clase de amor le dolía, la hundía hacia un abismo del que no sabría escapar.

Cuando buscaba paz prendía un incienso y fijaba su mirada hacia el techo, veía flotar el humo del sándalo sobre su cabeza tan delicada y suavemente; cuanto anhelaba ser como ese vaho aromático, flotar ligera hasta desaparecer, sin ninguna carga, sin ningún apego. Entonces el humo desaparecía al llegar al techo de la habitación y ella… volvía a ser ella.

...

Cualquier mañana ellos se darán cuenta, entonces ella se convertirá en incienso y él en metal.