Cuando buscaba paz prendía un incienso y fijaba su mirada hacia el techo, veía flotar el humo del sándalo sobre su cabeza tan delicada y suavemente; cuanto anhelaba ser como ese vaho aromático, flotar ligera hasta desaparecer, sin ninguna carga, sin ningún apego. Entonces el humo desaparecía al llegar al techo de la habitación y ella… volvía a ser ella.
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Cualquier mañana ellos se darán cuenta, entonces ella se convertirá en incienso y él en metal.