Insisto en que las cosas más grandes son las más pequeñas.
Para qué vivir de apariencias o papeles arrugados que pasan de mano en mano. Me aburro de ver gente con líneas de expresión marcadas que no son las de una sonrisa. No, ya no se escuchan los pájaros al alba, no porque no canten, sino porque nadie se detiene a ponerles atención.
Lo importante no siempre tiene masa o volumen. Cuánta pena en la ciudad.
Los más listos son los que saben vivir de las cosas más tontas.