En cambio hay otros ojos que te quitan el vestido, y se van.
Le miro y se hace el tonto, me abrocha bien el cuerpo, y se va.
El tiempo se hace corto, le miro y cierro los ojos para no ver
Que se va, se fue.
No queda nada.
Mi cuerpo lo hace todo, cuando quiere está contento y cuando no, me machaca otra vez.
Un río de agua fresca fue tu boca cuando la dejé entrar en mi paladar.
Ahora saco de mi bolsillo algunos restos de pitillo y me pongo a fumar.
Me planto mi sombrero y el viento me anima el cuerpo y se va,
mira si se va.
Y se va, se fue.
No queda nada.
Qué importa que ahora entres o que salgas, lo que me importa es el instante
en que tus ojos se chocaron contra mí.
Ni doscientos ojos serían capaces de provocar en mi tanta brutalidad
carnal.
Luego se va, se fue.
No queda nada,
sólo mis ganas y yo.