La chica del crillón
"Entonces me tomó una mano, sin mirarme, y yo estuve orgullosa al sentir que mi frágil cuerpo hacía temblar a su poderosa corpulencia. La oscuridad vino súbitamente, como una pantera que se descolgara del cielo, y el chofer nos condujo de regreso, con lentitud. Yo sentía que algo iba a revelárseme, que algo iba a ocurrir de insólito y sublime, que mi cuerpo iba a volar en pedazos o a volverse líquido de repente, pero comenzaron a verse los primeros chalets, las primeras murallas de la ciudad; nuestras manos se desenlazaron y entramos en la desoladora educación, en la civilización y en la mentira de la capital. Todo había pasado como las imágenes falsas del sueño, y Gastón recobraba sus aires de hipócrita mundano. Me dijo adiós en el Parque Forestal, asegurando que no deseaba comprometerme. Ahí quedé, toda hecha sordera, ceguera, insensibilidad, esperando un tranvía lleno de gente fea y ajena que me llevó por la Alameda abajo, donde bajé automáticamente, frente a Libertad, para tomar el camino de mi barrio y seguir la rutina de mi vida."
El árbol solitario
Es un árbol solitario
en un sitio olvidado de la mano de los hombres
y quizás de la de Dios
Su cuerpo retorcido no alza los brazos
donde antes descansaban
las aves que buscaban recobrar su fuerza en él
Por eso aguarda ahora el rayo
tan temido en su juventud
para que haga un nido en él la luz del fuego
que le lleve hacia el Dios que le olvidó
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