Es un árbol solitario
en un sitio olvidado de la mano de los hombres
y quizás de la de Dios
Su cuerpo retorcido no alza los brazos
donde antes descansaban
las aves que buscaban recobrar su fuerza en él
Por eso aguarda ahora el rayo
tan temido en su juventud
para que haga un nido en él la luz del fuego
que le lleve hacia el Dios que le olvidó