de Sabines

(...) Soy una cicatriz que ya no existe, 
un beso ya lavado por el tiempo, 
un amor y otro amor que ya enterraste. 
Pero estás en mis manos y me tienes 
y en tus manos estoy, brasa, ceniza, 
para secar tus lágrimas que lloro. 

¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras 
me dirás que te amo? Esto es urgente 
porque la eternidad se nos acaba. 
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo 
con que amé tu cintura. No me dejes 
en medio de tu sangre en esa toalla.